Delectura

Lejana estrella brillante Robert Olmstead

«Me pregunté cómo debió ser ese último mundo mientras un siglo se desangraba en otro. Me pregunté por el final no sólo de las vidas, sino de los legados. Me pregunté no sólo por el dolor de las madres, las esposas y las novias, sino por el dolor congregado que crecía y se apagaba y marcaba a toda la humanidad mientras el siglo XX hacía pedazos el XIX. Para la historia tenemos historiadores, y yo no soy historiador. En Lejana estrella brillante traté de detener el implacable avance del tiempo, de concentrarme en unos pocos días y en unos pocos hombres, el último de los soldados a caballo, y en los hermosos animales que apreciaron y lo que les sucedió.»
Lejana estrella brillante, Robert Olmstead. Hermida Editores, 2022. Trad. José Luis Piquero

Este es un fragmento revelador de la nota titulada “El último soldado a caballo” escrita por Robert Olmstead, autor de “Lejana estrella brillante”. Cierra la novela publicada por Hermida Ediciones y no creo que sea necesario explicar mucho más.

Es buenísima. Y tal vez no habría que hacerme mucho caso porque mis experiencias literarias con el género son más bien escasas y mi gusto por un cierto tipo de western es parte de un legado cinematográfico, una especie de transferencia que empezó cuando ‘contemplé un caballo pálido, y el nombre de su jinete era La Muerte’.

Dudo que a los asiduos al género se les haya escapado este título. A los que no lo sois, pero sentís de vez en cuando el llamamiento de la nostalgia, el falso desapego y el romanticismo deshidratado ennegrecido, os sugiero que cuando escapéis a ese lugar resguardado y tranquilo (sensación de manta sobre hierba) os llevéis esta breve novela en la que pensamiento y sentimiento cabalgan juntos por el desierto de México el verano de 1916. Si en algún momento, optáis por hombre y caballo entre el cielo y la tierra hallaréis una tierra árida, seca y pedregosa. De polvo, grava y roca. Flanqueada por cordilleras, riscos, valles y llanuras; serpenteada por arroyos y cañones. Tierra rota cocida bajo el sol ardiente. Una tierra que no vale la pena ni para que se la lleve el diablo.

Es un western. Después del ataque de Pancho Villa a Columbus en marzo de 1916, una expedición al servicio del ejército norteamericano patrulla en Colonia Dublán. La novela es de aquellas cuyos personajes han sido silueteados con nitidez. Napoleón Childs atraviesa el desierto de Sierra Madre. Le acompañan dos regulares de la caballería: Extra Billy, borracho leal y un tipo duro, y Bandy, un muchacho. Con ellos andan tres más, Preston, Stableforth y Turner. Los dos últimos no pintan nada ahí. Y Preston, que presume de su futuro como senador, es otro rico, aburrido y sádico caballero que forma parte del grupo de exploradores seducidos por la violencia.

Imposible hablar del poder de Napoleón, el jinete bajo las estrellas, sin aferrarse al cuerno de la silla y a un puñado de crin. Así que debo mencionar a Rattler, su caballo.

«Tenía unas patas como postes de hierro. Se le suponía un bastardo de boca dura, más brusco y complicado que fácil y perezoso, y estaba ciego de un ojo, así que se negaba a girar a la derecha de esa dirección, pero no importaba, porque siempre sabía hacia dónde ir. El caballo podía salvar una zanja sin caerse, saltar un muro, descender una ladera al galope o remontarla. Era la demostración misma del impulso y el movimiento hacia delante, pero un caballo duro y despiadado. Era un caballo que mordía.»
Lejana estrella brillante, Robert Olmstead. Hermida Editores, 2022. Trad. José Luis Piquero

Tengo la sensación de que en esta novela no hay nada que no aparezca ligado a un cuerpo desplomado, escuálido o agonizante y aun así no me sorprende que me resulte tan bella. Los pocos días que transcurren entre la marcha y el retorno, pertenecen a un tiempo aparentemente vacío que en realidad está lleno de plomo, acero y fuego. Los días son inquietos y las noches permanecen vigilantes. El horizonte es un destino azaroso para los jinetes, mejor mirar con los ojos entrecerrados porque la luz abrasa. Sólo la sangre riega la arena. Sí, claro, hay sangre y hay dolor. Es un western. Más poético que pistolero, creo yo, cuando tan solo en la oscuridad es que se vislumbra la lejana estrella brillante.

Valora este libro...
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas

Otras reseñas de libros

Publica tu comentario

Acepto la política de privacidad